Brucklyn como estratega y sus caras como reflejo de ese amor que
se va afirmando en cada encuentro. Así nos vamos desvistiendo del cilicio
colectivo engendrado por los que se creen dueño de la pelota, así nos vamos
amigando con el amor que algunos quieren enfriar.
Este 11 de noviembre los pibes de Brucklyn, llegan por primera
vez a Capital Federal con su nave de fuego a la Groovestock (la fiesta del
Rock), para desembuchar su repertorio y entregarse a ese abrazo con sus pares,
con los amigos del corazón, esos que dejan al espíritu frente al poder de la
honestidad, esos que rugen, esos que saben que solo nos salvaremos amándonos
los unos a los otros.
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